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Ciclismo y cultura

by Pablo Zumárraga, Septiembre 2023

Llevaba tiempo acariciando la idea de sentarme a escribir unas líneas sobre mis ideas acerca del ciclismo y ponerlas aquí a modo de blog. No soy el que más sabe, ni siquiera me acerco, pero llevo ya un tiempo considerable dedicado a aprender, experimentar, montar, viajar y, en definitiva, vivir la bicicleta, así que he desarrollado mi propio punto de vista sobre el tema.

Para empezar debería explicar a qué me refiero cuando digo ciclismo y es que tengo la sensación de que puede parecer una palabra muy grande que engloba muchísimas cosas distintas. Competición, ocio, deporte, ciudad, carretera, campo, velódromo, bumptrack... inabarcable.

¿Qué tal si lo simplificamos y decimos que ciclismo es montar en bicicleta? Así de simple. Cada persona subida en su bici. A su manera.

Ya no parece tan grande. Aunque suene a perogrullada. Me explico.

Cada vez que una persona se sube a una bici se producen un sinfín de interacciones: Entre el cuerpo y la mente de la persona, entre la persona y la máquina y entre el conjunto bicicleta/ciclista y el entorno por el que se desplazan. Y todas esas interacciones se traducen en sensaciones que el ciclista experimenta. El aire en la piel del rostro, la fuerza de la pedalada o el equilibrio casi mágico. Unas sensaciones que son únicas en cada momento para cada ciclista. Podemos decir que el ciclismo es una experiencia personal única.

Un mural callejero con la silueta de una bicicleta urbana y el texto:"Creativos. El mundo necesita gente que ame lo que hace"

Pero es una experiencia que puede ser maravillosa o una pesadilla. Cuando se produce una comunión con la máquina, el paisaje nos es grato y las sensaciones son buenas, podríamos estar hablando de la felicidad sin darnos cuenta. Pero ay si la bici no va fina, o nos queda pequeña, no llevamos la ropa adecuada para el clima de ese día, estamos rodando por un terreno que le resulta ajeno al diseño de la bici, o que supera nuestra capacidad física. Entonces podríamos estar asomándonos a las puertas del infierno. No es una exageración. Conozco personas que no han vuelto a subirse a una bici tras una mala experiencia.

Todo esto lo digo porque me gustaría aportar mi granito de arena para extender una verdadera cultura ciclista. Las malas experiencias vienen casi siempre por una falta de información previa. Aprender a montar en bici es un proceso que casi todos pasamos de niños y que casi siempre está asociado a recuerdos agradables. Y es que aquellos veranos - sí, las bicicletas se usaban sobre todo en verano - nos sobraba la energía y llegamos a tener suficiente destreza como para disfrutar, pues eso, como niños. Si estás leyendo esto, sabes a lo que me refiero.

Así pues me gustaría animar a todas y todos a subirse a la bici con calma, con información, siendo conscientes y estando presentes en todo momento. Una bici adecuada y bien mantenida, disponer del tiempo necesario, planificar mínimamente el recorrido, son detalles que harán que podamos revivir cada vez esas sensaciones de la niñez. Y es que si sabes montar en bici, eres ciclista. Porque ya lo fuiste. Aunque puedas pensar que se te ha olvidado.


Buena ruta.